Wiki Fanon Cuarentamil
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Las botas de combate repiquetearon insistentemente contra el suelo de mármol del Palacio del Alto Mando. Un servidor de limpieza se acercó demasiado, y la coronel Bae lo apartó de un empellón. Sus músculos, reforzados por los implantes internos y los tratamientos químicos de acrecentamiento, derribaron al pesado autómata, que golpeó el suelo con estrépito. Los funcionarios, oficiales y servidores que había alrededor se apartaron aún más del camino de la coronel. Eneria Bae hizo caso omiso de los guardias ceremoniales de la Guardia Adamantina, que intentaron cortarle el paso hacia la cámara del Alto Mando y abrió las gigantescas puertas de ceramita, cargadas de imágenes en relieve. Las dos hojas de la puerta produjeron un sonido grave y alargado mientras se separaban. Eneria entró en la cámara, una sala circular, enorme y abovedada, cuyo techo se encontraba a cincuenta metros sobre el suelo. La impresionante bóveda estaba decorada con una compleja imagen holográfica policromada de San Adrastos en su última batalla contra la horda de Vaathor.

Seis guardias adamantinos se acercaron para cortarle el paso, tres por cada lado, en perfecta formación, avanzando al unísono con sus fusiles láser en alto, bayonetas caladas. Eneria no quería perder el tiempo con ellos, como no había querido perderlo con formalidades. Cuando la formación de guardias ceremoniales se cerró frente a ella, tumbó a los dos del centro con movimientos rápidos y extremadamente ágiles. Los dos hombres cayeron pesadamente , arrastrados por el peso de sus robustas y ornamentadas armaduras.

Los guardias que estaban formando a los lados de la sala prepararon los fusiles láser y avanzaron al unísono, cercando paso a paso a la coronel en el mismo centro de la sala. Eneria cerró los puños. No tenía tiempo para eso.

- ¡Alto!- La poderosa voz del Lord General Ulrik retumbó en la sala mientras él se levantaba de su trono, tras el colosal estrado de obsidiana pulida, decorada con una gigantesca aquila dorada en su centro- Que la guardia vuelva a sus puestos. Exigo saber a qué se debe esta brusca visita, coronel.

Eneria realizó una sutil y respetuosa reverencia mientras los sonidos metálicos de los pasos de la Guardia Adamantina indicaban la retirada de los guardias ceremoniales. Los estandartes que se alzaban majestuosamente tras el estrado parecieron estremercerse tras la orden del Lord General. Los oficiales de alto rango que se sentaban junto a Lord Ulrik en el estrado se removieron inquietos en sus tronos. Algunos se inclinaron hacia adelante con interés.

- El inquisidor Thurr tenía razón- Eneria habló sin florituras, con su tono carismático y fuerte- Cynus está en peligro.

- ¿Por el Imperio Tau o por los seccesionistas, coronel?- Comentó, burlón, uno de los oficiales.

- El inquisidor Thurr nos advirtió de las fuerzas del Caos, general Grinson- Replicó ella- Estoy al corriente de la invasión xeno.

Un murmullo recorrió a los oficiales del estrado. Incluso los guardias ceremoniales se miraron entre ellos durante un segundo. Una mujer se levantó, vestida con un uniforme carmesí cargado de medallas y cordones dorados.

- Creí que era una fuerza escindida de otra más grande, coronel Bae. Los informes indicaban una presencia mínima.

Eneria dio un paso adelante y señaló con un dedo acusador a la general.

- ¡No era una fuerza escindida, general!- Exclamó- Era una flota de reconocimiento. ¡Y la flota de invasión llegará en breve!

El murmullo ascendió hasta convertirse en una discusión en voz alta. Algunos insultaron a la coronel Bae, otros recordaron a sus colegas generales que, en algún momento, les habían advertido sobre esto. El Lord General tuvo que poner orden con su imponente voz.

- Si no he entendido mal, coronel, la flota de invasión aún no ha llegado, ¿Cierto?- Al asentir Eneria, él prosiguió- ¿Cómo sabe eso entonces? 

- Asuntos del SICOM, Lord General- Explicó ella- Encontramos un destacamento de tropas del Archienemigo en la perifieria de Cynus. Habían aniquilado a la población de una de las regiones. Estaban allanando el camino. 

- ¡Exigo saber entonces por qué no se ha informado al Alto Mando de esto!- Saltó uno de los generales, que fue reespaldado por muchos de sus compañeros oficiales.

- Un mensaje puede ser interceptado, y no sabemos cuantos destacamentos de avanzadilla más hay en Cynus. Aún estamos a tiempo de reaccionar.

Los generales estallaron de nuevo, y Lord Ulrik tuvo que poner orden una vez más. 

- Esta amenaza no puede quedar sin respuesta- Los miembros del Alto Mando gruñeron en señal de aprobación- Coronel, prepararemos una fuerza de respuesta de inmediato. Contar con la ayuda del SICOM será primordial. La necesitamos con nosotros, coronel.

Eneria esbozó una sonrisa seca.

- Mis hombres ya están en camino.

Capítulo uno

Los helechos se sacudían y los troncos de los árboles estallaban a medida que las ráfagas de proyectiles se internaban en la jungla. Varios incendios se habían creado por el fuego láser, y los proyectiles de morteron hacían saltar pedazos de árboles y surtidores de tierra, creando pequeños claros en el océano verde que se extendía frente a la línea defensiva. 

La ametralladora pesada doble emitió un chasquido repetido cuando se quedó sin munición. Los cañones, casi al rojo, humeaban profusamente.

- ¡Eh! ¡Más munición!- Exclamó el cabo Nakon, extendiendo una mano.

Uno de sus compañeros de escuadra el pasó una caja de proyectiles calibre .50 antes de volver a abrir fuego con su rifle láser por la aspillera del búnker. Nakon recargó la ametralladora y amartilló el arma con un chasquido metálico. Volvió a abrir fuego, en ráfagas largas y amplias. Las balas se perdieron en la jungla, dejando una fina estela de humo a su paso.

Era la primera vez que entablaba combate en el planeta. Los tronianos eran los que se habían ocupado de la lucha en primera línea. Nakon y su regimiento simplemente habían ocupado las posiciones conquistadas y escoltado los convoyes de suministros. Nakon aún no había visto al enemigo cara a cara, más allá de algunas pictocapturas que habían tomado los tronianos.

Pero ahora estaban bajo ataque por un número desconocido de enemigos, y se rumoreaba que los tronianos habían sido aniquilados. Nakon no quería imaginarse qué clase de fuerza había sido capaz de destruir por completo un regimiento de diez mil hombres con apoyo blindado. Fuera lo que fuese, se temía que estaba a punto de descubrirlo. 

Un rugido escalonado sacudió el búnker cuando una larga serie de llamaradas surgió de entre los árboles a casi un kilómetro de la línea defensiva imperial. Los obuses cayeron con un silbido sobre los búnkeres y barricadas blindadas, llevándose por delante a decenas de guardias imperiales. Algunos búnkeres quedaron reducidos a escombros, otros se derrumbaron parcialmente. 

- ¡Ya están aquí!- Gritó alguien por la radio.

Acompañados de un estremecedor grito de guerra, miles de soldados surgieron de la jungla. Nakon distinguió uniformes negros y armaduras rojas, rematadas con pinchos, cadenas y adornadas con blasfemos símbolos dorados. Escuadrones de bípodes Sentinel armados con cañones automáticos y pequeños grupos de transportes blindados de tropas encabezaban la marcha. Una nueva descarga de artillería cayó sobre los laxianos.

Los transportes blindados, alargados y robustos, con un portón en la parte trasera y pala excavadora en la frontal, decorada con pinchos y cuchillas, avanzaban pesadamente, lanzando ráfagas con las torretas de cañón automático. Algunos llevaban estandartes raídos, coronados por manojos de calaveras pendiendo de cadenas o símbolos impíos fabricados en bronce. Algunos fueron destruidos o inmovilizados por los misiles de los laxianos.

Los escuadrones de bípodes iban a la cabeza de la fuerza enemiga. Sus cabinas habían sido personalizadas de manera muy heterogénea, pero todos portaban símbolos en común. Una unidad de Sentinels se adentró en el interior de la línea defensiva pasando por encima de uno de los búnkeres derribados, sembrando la muerte y la confusión entre los defensores imperiales hasta que fueron destruidos por un escuadrón de tanques Sagittarii que se apresuró a cubrir la brecha. 

El cielo pareció estremecerse cuando las aeronaves lo surcaron, rugientes, dejando estelas de humo rojo a su paso. Los cazas caóticos, cuyas cabinas tenían la forma de la cabeza de un dragón con las fauces abiertas, chocaron con la aviación imperial y las defensas terrestres. En ambos bandos se produjeron de inmediato numerosas bajas tras el intercambio de disparos. Los rayos láser atravesaban cabinas y fuselajes, los cañones automáticos tronaban y las defensas antiaéreas perseguían a los cazas caóticos, cuya agilidad llevaba al extremo la capacidad de los cogitadores de combate. 

- ¡Dios Emperador!- Gritó Laak, un compañero de Nakon- ¡Mirad eso!

Una bestia gigantesca había aparecido de la jungla, dejando un rastro de árboles destrozados. Cargaba hacia la línea defensiva a cuatro patas, que hacían retumbar el suelo como descargas de artillería. Su cuerpo, mitad máquina mitad orgánico, estaba erizado de púas y cuchillas metálicas, y los símbolos heréticos estaban tanto tallados en el acero como marcados a fuego en la dura piel roja. La cabeza, rematada en una serie de cuernos metálicos, poseía dos pares de ojos situados uno encima del otro y que brillaban con un furioso fulgor ámbar. Los dientes y colmillos eran tan largos y afilados como espadas, y muchos de ellos estaban serrados. 

De su hocico surgía una humareda retorcida e intermitente, como si respirase con fuerza, y cabezeaba de vez en cuando, haciendo que las cadenas que colgaban de su mandíbula y garganta saltaran de un lado a otro frenéticamente. Sus enormes y amenazadoras garras, de nudillos rematados por pinchos, dejaban grandes hendiduras en la tierra a medida que ganaba terreno a gran velocidad. Los disparos láser y los proyectiles rebotaban en su armadura o dejaban inofensivas abolladuras en el acero.

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